
We were invited to Obihiro in Hokkaido, Japan to run a workshop for urban planners and city architects. We asked them to bring their children in a local school gym and prepare some paint and cardboad.


In the gym we told the children that now you are the architects and your mothers and fathers are just cheap labor - you tell them what to do and they have to obey. Just do a good house. The size must be big enough for you to fit in.


In the end we took the houses to the Obihiro streets for a walk as a walking street. Sometimes the children would need a rest and an instant village took place. This was humane and accidential. The urbanism was great.
The invitation was in connection to the Demeter Art and Environment 2002 curated by P3 Tokyo.


Casagrande & Rintala son dos arquitectos y artistas finlandeses conocidos por sus instalaciones y proyectos artísticos que tratan de la sociedad y su entorno. Sus trabajos se mueven entre los mundos de la arquitectura, el urbanismo, la planificación ambiental, el arte experimental y otras disciplinas artísticas.


Hoy os hablo de ellos porque uno de sus proyectos involucró a un grupo de niños japoneses, que fueron por una vez los arquitectos y diseñadores de su ciudad.


Sucedió en el 2002 cuando fueron invitados por la ciudad de Obihiro en Hokkaido, Japón para realizar unos encuentros con arquitectos y diseñadores urbanos ante las quejas recibidas de la población de Obihiro que creía que su ciudad era aburrida. Casagrande & Rintala decidieron pedir a estos profesionales que acudieran con sus hijos a un gimnasio donde les esperaban cartones y pintura. Al llegar les explicaron a los niños que ellos eran hoy los arquitectos y sus padres la mano de obra lista para obedecerles y hacer lo que ellos quisieran. Tenían que construir una casa,a su gusto, el único requisito es que pudieran meterse dentro.


Cuando estuvieron listas, las casas y sus ocupantes se fueron de paseo por las calles de Obihiro, de ahí el nombre del proyecto, la calle andante, “The Obihiro Walking Street”.


De vez en cuando los niños necesitaban descansar y formaban un pequeño barrio accidentalmente. El urbanismo se decidía en función de las relaciones entre los niños, dependía de si la frutería quería hablar con la iglesia o con la casita roja, y duraba sólo unos minutos, hasta que la frutería decidía ir a hablar con alguien diferente.


as fotos me han hecho sonreír, me he imaginado todas esas casas moviéndose por la ciudad y la gente mirando entre asombrada y divertida. Me dan muchas ganas de repetir esta iniciativa y tomar las calles de Madrid con estas casas de cartón. Sólo tenemos que esperar a que Lola y sus amigos crezcan un poco más.








