Monday 29 December 2008



We were invited to Obihiro in Hokkaido, Japan to run a workshop for urban planners and city architects. We asked them to bring their children in a local school gym and prepare some paint and cardboad.




In the gym we told the children that now you are the architects and your mothers and fathers are just cheap labor - you tell them what to do and they have to obey. Just do a good house. The size must be big enough for you to fit in.




In the end we took the houses to the Obihiro streets for a walk as a walking street. Sometimes the children would need a rest and an instant village took place. This was humane and accidential. The urbanism was great.

The invitation was in connection to the Demeter Art and Environment 2002 curated by P3 Tokyo.




Casa­grande & Rin­tala son dos arqui­tec­tos y artis­tas fin­lan­de­ses cono­ci­dos por sus ins­ta­la­cio­nes y pro­yec­tos artís­ti­cos que tra­tan de la socie­dad y su entorno. Sus tra­ba­jos se mue­ven entre los mun­dos de la arqui­tec­tura, el urba­nismo, la pla­ni­fi­ca­ción ambien­tal, el arte expe­ri­men­tal y otras dis­ci­pli­nas artísticas.




Hoy os hablo de ellos por­que uno de sus pro­yec­tos invo­lu­cró a un grupo de niños japo­ne­ses, que fue­ron por una vez los arqui­tec­tos y dise­ña­do­res de su ciudad.




Suce­dió en el 2002 cuando fue­ron invi­ta­dos por la ciu­dad de Obihiro en Hok­kaido, Japón para rea­li­zar unos encuen­tros con arqui­tec­tos y dise­ña­do­res urba­nos ante las que­jas reci­bi­das de la pobla­ción de Obihiro que creía que su ciu­dad era abu­rrida. Casa­grande & Rin­tala deci­die­ron pedir a estos pro­fe­sio­na­les que acu­die­ran con sus hijos a un gim­na­sio donde les espe­ra­ban car­to­nes y pin­tura. Al lle­gar les expli­ca­ron a los niños que ellos eran hoy los arqui­tec­tos y sus padres la mano de obra lista para obe­de­cer­les y hacer lo que ellos qui­sie­ran. Tenían que cons­truir una casa,a su gusto, el único requi­sito es que pudie­ran meterse dentro.






Cuando estu­vie­ron lis­tas, las casas y sus ocu­pan­tes se fue­ron de paseo por las calles de Obihiro, de ahí el nom­bre del pro­yecto, la calle andante, “The Obihiro Wal­king Street”.




De vez en cuando los niños nece­si­ta­ban des­can­sar y for­ma­ban un pequeño barrio acci­den­tal­mente. El urba­nismo se deci­día en fun­ción de las rela­cio­nes entre los niños, depen­día de si la fru­te­ría que­ría hablar con la igle­sia o con la casita roja, y duraba sólo unos minu­tos, hasta que la fru­te­ría deci­día ir a hablar con alguien diferente.




as fotos me han hecho son­reír, me he ima­gi­nado todas esas casas movién­dose por la ciu­dad y la gente mirando entre asom­brada y diver­tida. Me dan muchas ganas de repe­tir esta ini­cia­tiva y tomar las calles de Madrid con estas casas de car­tón. Sólo tene­mos que espe­rar a que Lola y sus ami­gos crez­can un poco más.




















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